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SIN LÓGICA

Cuando pienso en vos, siento tanto. Siento los recuerdos, los besos y las caricias, siento todo eso que alguna vez creí que podíamos ser y hoy ya no somos. La distancia se nos aproximó. Nos convertimos en extraños levitando en la superficie, que podrán esconderse detrás de excusas, pretextos o reproches, pero jamás podrán explicar con palabras lo que sienten y les recorre cada recoveco del alma. Hoy ya no nos encontramos porque nos limitamos a entendernos con palabras.

Hay cosas que nos pasan en la vida que no se pueden explicar con lógica y vos y yo somos una de esas: no nos explicamos desde la razón. Nuestras almas se anhelan, se sacuden, se deslizan, se entreveran, se recorren, se habitan y se aman eternamente.

No puedo ponerle un final lógico a algo que no tuvo un comienzo lógico. Por eso, elegí la manera que me dejara parada en el mejor lugar para no entrar en un laberinto sin salidas. No hay algo que pueda decirte para cerrarnos porque, en realidad, siento que sólo es un experimento desde la fisicalidad y no puedo discutir sobre algo que me resulta una mera ilusión. 

Desde que nos tocamos y sentimos por primera vez supimos que éramos algo sin palabras, que trascendía los límites de la mente e iba más allá de la lógica. 

No me puedo despedir desde la razón y, hacerlo a tu forma, sería traicionar mi corazón sólo por cumplir con un protocolo que el ego te pide llevar a cabo. Vos y yo no tenemos burocracia, no existe la ley entre nosotros. Es insignificante y ridículo el esfuerzo que podríamos hacer para entendernos con palabras, porque siempre supimos que éramos algo más que veintisiete letras. Ese “algo más” no tiene bandera ni fronteras, no tiene ganadores ni perdedores y, mucho menos, tiene lógica. Trasciende el tiempo y el espacio. No tenemos ninguna explicación razonable y, por buscarla tantas veces, hoy ya no podemos sostenernos. 

La mente nos traicionó, pero somos algo totalmente distinto a la idea que ella nos arrojó de nosotros mismos. Somos el amor verdadero, ese que se siente en el aire y no se explica con palabras. Somos la mismísima fuente de expansión cuando nos abrazamos. Somos la entrega absoluta y la fusión intensa de nuestros corazones. Somos el agua del océano que se desboca y se canaliza por su propio movimiento. Somos el eterno reflejo de lo que tenemos dentro. No hay distancia entre nosotros cuando nos permitimos ser y sentirnos en esencia. No hay cabeza que nos separe. 

Hoy la realidad se nos impone y nos obliga a aceptar que no podemos integrarnos. El bucle de pensamiento obsesivo te aleja de mí, y yo, al no poder sentir en plenitud tu amor infinito, me alejo, me escindo, y en cada pedacito que nos escindimos, se muere una parte mía que fue tuya y una parte tuya que fue mía. 

Podríamos pasarnos la vida entera discutiendo la teoría pero nos dejaría en el mismo lugar que estamos hoy: separados en nuestros cuerpos físicos, con la impotencia de no saber qué nos pasó y cómo pudimos alejarnos, intentando limitarlo a la razón. Sin embargo, en nuestro interior podemos sentir que la respuesta es ese algo más grande que nos envuelve. 

Nuestro encuentro solo fue un rememorar, una prueba para que fuéramos más allá de la lógica, para entregarnos al misterio divino y confiar en lo mágica que es esta experiencia humana.

Pasarán las vidas, los años, los días y las horas, sin embargo, vos y yo nos vamos a seguir sintiendo. En paz, en amor, en armonía, en alegría por habernos cruzado, lo demás son cuentos mentales. 

Cuando miremos atrás, sabremos que fuimos el todo, la expansión ilimitada del espíritu y no hubo nada por fuera de nosotros. En el contacto de nuestra piel se fundieron nuestros cuerpos para llegarnos hasta el alma, para derrumbarnos uno sobre el otro y sentir que nos quedaríamos allí la vida entera. Nunca hubo peligro, siempre estuvimos en las mejores manos, lo supimos desde el día que apoyaste la tuya sobre mi brazo. 

Lucharas incansablemente hasta amigarte con la idea que jamás peleaste conmigo, y siempre peleaste con tu mente o con mi ego, pero nunca con mi verdadera esencia que, en definitiva, es la nuestra. 

En la templanza de nuestros corazones siempre estuvieron las respuestas. Tal vez, algún día, entenderás lo que siento y estas palabras te resultarán obvias y hasta innecesarias. 

La plenitud del amor que nos despertó y nos convocó es la misma que sigue viva en mí y seguirá aunque el camino nos desencuentre. Porque cuando el amor te toca la puerta del alma, no hay llave que pueda volver a cerrarla. 

Te amo desde mucho antes que lo limitaramos a cinco letras y lo haré incluso cuando ya no existan.

Con amor, Pau

24 | 01 | 25